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Como camuflarse en la ciudad y desaparecer

Rosario Perriello

M100

 

La obra de Rosario Perriello expuesta en esta muestra presenta una reflexión sobre la idea del habitar la ciudad. Partiendo del estallido social en Chile del año 2019, la artista propone distintos recursos de salvación a través de una serie de trajes de camuflaje que protegen al habitante y lo ayudan a evitar ser reconocido.

La etimología de la palabra habitar está estrechamente relacionada a hábito. Luego de la piel, la siguiente capa que habitamos es la indumentaria-hábito-, luego nuestros hogares, hasta extendernos a la ciudad. El término, también significa costumbre, rutina, comportamiento aprendido y reiterado. Se dice que una acción repetida por cuarenta días se transforma en hábito. Habitar, significa ocupar o hacer uso de un espacio físico estando presente. Cuando nos referimos a habitar la ciudad, implícitamente significamos interactuar activamente con ella en una relación de afectación mutua.

Recientemente, Kathya Araujo liberó su libro Hilos Tensados, una compilación de textos que tratan de entender el estallido social de Octubre de 2019. La autora, propone que nos encontramos en un momento de intensa, contradictoria e incierta reconfiguración, una transformación de los principios normativos en los que nos orientamos, de las lógicas sociales y las legitimidades que ordenan las relaciones. Las expectativas de horizontalidad se estrellan con las jerarquías naturalizadas que se sostienen por medio de la negación o ‘borramiento del otro’.1 La obra de Perriello cristaliza la ausencia del otro como referencia.

Una de las estrategias utilizadas por Perriello es la sublimación de la arquitectura sobre los trajes. Por su parte, la palabra subilimación tiene su raíz del latín sublimare, un verbo transitivo que significa exaltar o poner por lo alto. En el psicoanálisis, significa canalizar un deseo o impulso desde un plano material–por ejemplo violento– hacia un plano mental –por ejemplo artístico o intelectual–. En términos científicos, el concepto refiere a pasar del estado sólido al gaseoso directamente.

La artista también ha creado pequeñas cuentas de porcelana que ayudan a proteger la indumentaria de camuflaje. La porcelana, como recurso pictórico, permite una riqueza cromática y de textura, al mismo tiempo que le da dignidad y volumen a los trajes. Los chinos dicen que es la cerámica que suena como metal al ser golpeada; es la cerámica más resistente por su contenido de cuarzo, y en combinación con los materiales de desecho sugiere una reflexión sobre la relación entre el valor o lo valioso, el consumo y lo desechable en la cultura contemporánea. El material de desecho en los trajes de camuflaje está integrada en un gesto cuidadoso de embellecimiento y dignificación, cortando y plegando latas y envolventes plásticos para convertirlos en elementos modulares decorativos. El proceso de enlazar estos elementos, que intrínsecamente denotan el tipo de consumo en un contexto específico, trae a reflexión

Cuestiones sobre los vínculos entre cultura popular y resistencia. Si bien el consumo se convirtió en un fundamento estructural y de la definición de status y el crédito en un elemento estructurador de las relaciones sociales y de la vida personal, tal como señala Araujo, la fortaleza de la sociedad depende no sólo de las riquezas que pueda producir sino que también de la cualidad del lazo social.2

La ornamentación es un elemento fundamental en la vestimenta, incluso existen comunidades originarias que carecen de elementos de abrigo y ocultación del cuerpo, como los yámana, pero no existen comunidades sin ornamentación. En el caso de los trajes de camuflaje, la finalidad de la ornamentación implica una reflexión estética de la apariencia física y se realiza para evitar llamar la atención de los demás. La simultánea satisfacción de estas dos tendencias contradictorias e incompatibles invita a reflexionar sobre la estrecha relación entre la indumentaria y la ciudad - hábito y hábitat - y cómo el camuflaje se convierte en una estrategia de resistencia en un contexto social y político hostil. La obra de Perriello en colaboración con Alma Vargas, diseñadora de vestuario, fusiona arte y indumentaria, pero sobretodo busca cuestionar las formas en que vestimos y habitamos la ciudad, y cómo éstas pueden ser utilizadas para construir identidades y resistencias frente a la opresión.

La exposición incluye cinco trajes, cuatro fotografías y un video que ilustran el camuflaje en distintos espacios de la ciudad. En una de las imágenes, una persona con capucha y buzo se camufla entre los grafitis del muro continuo al Colegio de Arquitectos en plena Alameda. Las primera escena delata al sujeto salir de alerta cuando se voltea con el pecho blanco para salir del cuadro, mostrando la dualidad entre la necesidad de camuflarse y la de ser visto. Darse vuelta, dar la espalda que está en blanco. Araujo explica que las promesas de igualdad trajeron un consecuente desencanto y luego desapego que “se asocia con el adelgazamiento con los vínculos que nos unen a la sociedad, a la vida en común […] Al reducir la intensidad del vínculo con la sociedad, desincentiva la adhesión necesaria para emprender acciones coordinadas y colectivas.”3

En otra de las imágenes, dos jóvenes se mimetizan con la arquitectura de Miguel Lawner en la salida sur del Metro Universidad Católica, en una narrativa tan fantasmagórica como el proyecto arquitectónico UNCTAD III metros más atrás. Los trajes de camuflaje de Perriello no se ciñen al cuerpo, lo que hace irreconocible la figura escondida. Los dispositivos corporales desafían la identificación facial y control en la ciudad. El último traje se camufla en el blanco del plinto del General Baquedano, en donde capas de polvo suspendido se hacen inmortales en frías superficies. El polvo es el vestigio inevitable del tiempo, la huella de su implacable paso sobre todo lo que ha existido y ya no es.

La exposición invita a reflexionar sobre la estrecha relación entre la indumentaria y la ciudad - hábito y hábitat - y cómo el camuflaje se convierte en una estrategia de resistencia en un contexto social y político en constante transformación. Cuestiona las formas en que habitamos la ciudad, y cómo éstas construyen identidades y resistencias frente a la disputa de lo público, a las interacciones y las experiencias concretas para definir las orientaciones de la acción y la adhesión a la sociedad.

 

Carolina Arévalo, curadora de la exposición.

 

1 Araujo, Kathya. Hilos tensados, Para leer el octubre chileno. Santiago de Chile: Editorial USACH, 2019. La autora explica que las expectativas de horizontalidad traen una reconfiguración de los principios; la lógica de las jerarquías naturalizadas, que supone el mantenimiento de la importancia de los rasgos adscritos (origen familiar, color de piel, etc.) y de una arquitectura relacional fuertemente vertical. Los privilegios que han justificado opresiones o injusticias han interferido en una sociedad que reconoce la igualdad de sus integrantes.”, 24–30.

2 Araujo, 32–34.

3 Araujo, 31.

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