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         Rizomas y malezas cromáticas

                         por Constanza Acuña

 

 

La visión de la naturaleza despojada de cualquier acontecimiento, ha sido un tema privilegiado para la pintura que reflexiona sobre sus propios medios. Rosario Perriello transforma también el género del paisaje en una oportunidad para la experimentación pictórica, desplazando el soporte de su motivo desde la tela al espacio de la galería de arte.

En el catálogo de una obra anterior, Naturaleza Muerta de objetos encontrados (Mimesis, 2005), la artista explicaba que el punto de partida de su trabajo es siempre el lugar de la exposición. “La arquitectura, la ubicación, los objetos que allí se encuentran y quienes transitan el lugar se convierten en el punto inicial”. 

Para esa ocasión decidió trasladar la imagen de un basural fotografiado en un barrio periférico a una pintura sobre trupán donde el recorte de toda la escena, creaba un fuerte contraste con el motivo real, transformado en una silueta compacta recortada contra el muro blanco de la sala.

Ese mismo año realizó otra naturaleza muerta, una pintura al óleo inspirada en bodegones españoles y flamencos. La tela emplazada en la vitrina de una oficina de taxis, transformada en la Galería H10 de Valparaíso, incluía objetos reales y al igual que los famosos limones colgantes del pintor barroco Sánchez Cotán, producía el efecto de una trampa visual, que obligaba al receptor a entender que la verosimilitud de la pintura está sujeta a un mecanismo, a un sistema de representación.

En su instalación para la muestra Paraíso -ubicada en los muros laterales de la segunda sala de la Galería Gabriela Mistral- sus modelos son malezas, ramas y follajes. Un tipo de vegetación que brota salvaje, casi imperceptible entre medio de plantas, árboles y escombros.

Encaramados por los muros y el suelo de la galería, esta vegetación aparece en la forma de rizomas cromáticos hechos con revistas, paquetes y cajas de cigarrillos, papel de regalo, envases de cereal y cosméticos, cajas de remedios y los papeles amarillo cadmio que envuelven las bolsas de té.

Hay en este trabajo una invitación a experimentar la traducción de la naturaleza, por medio de una caza de sus equivalentes cromáticos en nuestro habitat cotidiano.

La obsesión de Rosario Perriello de transformarse en un órgano receptivo, en hacer de sus obras un eco fiel de lo que ve, nos permite ampliar nuestra propia experiencia visual, acercarnos al ruido invisible de los objetos que nos presenta. Aquello que Clarice Lispector llamaba: "la alegría de encontrar en la figura exterior los ecos de la figura interna". (6)

 

 

 

6 LINSPECTOR, Clarice. "La Sorpresa" en Revelación de un mundo. Buenos Aires,Ed Adriana Hidalgo, 2005, p.89.

 

 

 

 

 

Galería Gabriela Mistral. Santiago. 2009

Figuras realizadas por medio del ensamblaje de papeles recolectados, reciclados y recortados.

Medidas variables

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